domingo, 18 de mayo de 2008


Cuando El Cuervo se marchó me sentí muy sola. Sabía que algo así podía suceder, por eso me alejé un poco de él emocionalmente. Hacía tiempo que no aparecía por el ventanal y yo, de vez en cuando, asomaba la cabeza por si él estaba en camino. Pero no vi ningún rastro de él, ninguna pluma, ninguna pisada... Y así hasta que supe que él jamás volvería porque me había abandonado. Mi corona no se engrandó, mi melena no se tiñó de mi sangre, y aunque parecía que iba a caer, me mantuve en pie. Yo no le llegué a amar, por suerte. Pero pude salir hacia delante gracias a aquellos que estuvieron a mi lado, me aconsejaron y me dieron su apoyo desde la distancia, aunque...

...Ella me arropó en las noches más frías...

...Ella durmió junto a mí, a pesar de los barrotes de espinas que nos rodeaban...

...Ella me ofreció su cama, dormir junto a ella...

...Ella me enseñó que las alas son para volar...

...Ella me dijo que yo era la rosa más bonita del rosal...

...Ella me dijo que aquel que realmente me mereciese cogería esa rosa con las manos desnudas...

...Ella no me ha abandonado...

...Ella nunca lo hará...

...Ella... mi Reina Coronada... mi hermana mayor... gracias a ella... eché valor para seguir...

...¿Y qué es de mi otra hermana? Me abrió su corazón y también me ofreció su mano...

...Ellas... yo... a mis hermanas...

Yo les debo mucho.


Isil